miércoles, 25 de abril de 2012

NYE.



Y después de muchas horas de lágrimas, muchos "no me volverá a pasar", muchas sonrisas al recordar momentos perfectos, ideales, o que al menos los fueron para mi, llegó la gran noche. La noche más larga del año, porque cuando vuelves a casa, ya es de día. La más borracha, la más loca, la más mortal. Con mortal no solo me refiero a los accidentes de tráfico; puedes morir de muchas formas. Morir es beber hasta no poder más, y acabar en un hospital; morir es sobredosis; pero yo hablo de otro morir.
Mueres cuando consigues lo que quieres, cuando sabías que nadie apostaba nada por ti. Morir es dejar de ser tú, la chica que se escondía debajo de su almohada porque le habían echo pedazos. Morir es bailar hasta desgastar el suelo, da igual con quien, como o haciendo que. Morir es disfrutar, placer, seducir, endulzar, perderse, borrarse, beber, sufrir, gritar, susurrar, suspirar. Morir es dulce, un gozo inigualable. Morir del que yo hablo. 

Y llegó esa noche, la noche en la que se hacen más propósitos de todo el año, Fin de año. Y yo hice mi propio propósito, pero solo para esa noche: encontrar por lo menos alguien dispuesto a quererme esa noche. Que lo intentase, que quisiera morir por mi. Salí dispuesta a ganar, a apostar todo, aunque no tuviese aún la suficiente fe en mí. Comenzó la noche, y los dados estaban echados. Cinco.
Salió un cinco. Cinco chicos en una noche. La primera palabra que se os vendrá a la cabeza, supongo que será "puta". No me extrañaría. No hay justificación: sí, iba borracha, mucho; sí, incluso llegué a vomitar. Pero eso no explica lo que hice. 
Primero, fue mi mejor amigo, R. En el mismo instante en el que pasó, supe que era un error, el más grande. Ambos nos dimos cuenta, quizás demasiado tarde. Después, P., aquel chico que me gustó, me dejó de gustar, y por fin decidió que le gustaba. Pero en la noche de Fin de Año. Cuando cualquier beso, por norma, nunca significa nada. Luego, aunque no me acuerde, M. Él si que se acuerda, pero no me dice nada por miedo de acabar con nuestra amistad. A. El hombre de los sueños de toda chica, el principe ideal... si no fuera el putero más grande que conozco. Ya era la segunda vez que pasaba con él una noche, y no decepciono. Nunca lo hace. Y, por último, O. Otro tuzón donde los haya. Pero mis mejores amigas, M. y C., me llevaban bastantes meses diciendo que le gustaba, incluso cuando yo estaba con N. Y realmente, es guapo. Así que, ya puestos a acabar con mi reputación de chica buena, ¿porqué no uno que realmente pudiera ser bueno para mi?

Y se acabó la noche, como todas. Se acabó, y solo quedaba volver a casa, meterse en cama, y esperar a que el sol fresco traiga  las consecuencias. 

1 comentario:

  1. Me está encantando la historia :) Por cierto, te he dejado un premio en mi blog: http://basadoenmi.blogspot.com.es/2012/04/mi-segundo-premio.html
    Besos!

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